Dr. José Luis Rodríguez *
A partir de que se anunciara
oficialmente que se ha aprobado un cronograma para iniciar el proceso de
reunificación monetaria en la economía cubana, el tema ha vuelto a ganar
preponderancia en los medios y en las discusiones de la población. En medio de
las más diversas interpretaciones no debe perderse de vista que se trata de un
complejo proceso interrelacionado con el programa de transformaciones
estructurales en curso, y que requerirá tiempo para su aplicación gradual.
Al respecto, es necesario
recordar que la dualidad monetaria se implementó en Cuba en el momento más
complejo del Período Especial, cuando la escasez de divisas se agudizó
dramáticamente.
En esas circunstancias, el
país tuvo que adoptar medidas excepcionales, habida cuenta de que sólo en 1993
se produjo la llamada “tormenta del siglo”, cuyo impacto alcanzó los mil
millones de dólares en pérdidas, a lo que se sumó la caída de la producción
azucarera, por lo que la economía perdió 468 millones de dólares sobre lo
previsto originalmente.
En el discurso del 26 de
julio de ese año, el líder cubano Fidel Castro anunció la despenalización de la
tenencia de divisas, lo que se implementaría en agosto mediante el Decreto Ley
140, que derogó varios artículos del Código Penal para cumplir ese objetivo.
Desde el punto de vista de la
política económica, puede decirse que ese proceso estaba llamado a facilitar la
inversión extranjera -que ya operaba en moneda convertible directamente-, al
tiempo que se admitía sin regulaciones bancarias la entrada de remesas para las
personas naturales.
Cuba no sería el único país
en aplicar estas medidas, ya que habían sido introducidas con éxito también en
China y en España al finalizar la Guerra Civil, por citar sólo dos ejemplos.
En nuestro caso, se autorizó
la circulación interna de un grupo de seis divisas extranjeras, entre las que
el dólar de los Estados Unidos impondría su preponderancia y se establecería
una política diferenciada según se tratara de personas jurídicas o naturales,
con tasas de cambio también diferentes.
Complementariamente, en
diciembre de 1994 se creó una moneda cubana -el peso convertible o CUC-, que se
cotizaría a la par con el dólar norteamericano, que continuó circulando en
paralelo hasta noviembre de 2004, cuando se dio curso forzoso al peso convertible
debido a las dificultades impuestas por el bloqueo para operar con los dólares
norteamericanos fuera del país.
De igual forma, en octubre de
1995 se crearon las Casas de Cambio (CADECA), mediante las cuales se permitiría
la adquisición de dólares o CUC por pesos cubanos a la tasa de mercado y
viceversa.
De este modo se comenzó a
regular la circulación monetaria en divisas entre las personas jurídicas y la
población.
Por un lado, la tasa de
cambio oficial se mantuvo en un peso (CUP) igual a un dólar o un CUC. Por otro
lado, la del peso por dólar en la economía informal había saltado de 7 en 1990
a 95 en 1994, lo que comenzó a regularse mediante un programa de saneamiento
financiero aprobado en mayo de 1994, que propició un descenso hasta 35 pesos por
dólar al abrirse CADECA.
El fortalecimiento gradual
del peso cubano (CUP) fue evidente cuando dicha tasa alcanzó un mínimo de 19,2
pesos por dólar en 1996. Posteriormente volvería a elevarse a 27 entre 2001 y
2005, cuando se estabilizó en el nivel actual de 25.
El régimen de dualidad
monetaria en Cuba siempre se concibió como temporal y en el V Congreso del PCC,
celebrado en 1997, ya se había establecido la necesidad de su eliminación
gradual, dadas las complejidades asociadas con su operación en la medida en que
la economía se recuperaba.
Los beneficios a corto plazo
de la dualidad monetaria se materializaron en el rápido incremento de la
inversión foránea entre 1994 y 1997, el establecimiento de esquemas de
autofinanciamiento descentralizado en moneda convertible para empresas
estatales y el ingreso de remesas al país, hecho que favorecía a una parte de
la población que podía adquirir bienes y servicios en establecimientos
diseñados especialmente para ello.
Por otro lado, el país
implementó a partir de 1993 esquemas de estimulación en divisas para los
trabajadores estatales, en un esfuerzo por vincular el acceso al CUC con los
resultados del esfuerzo laboral.
También, dentro de la
política de redistribución de los ingresos en divisas de parte de la población,
se estableció un fuerte impuesto sobre las ventas en esa moneda, lo que
permitiría destinar recursos a necesidades sociales a partir de los tenedores
de divisas.
Sin embargo, los beneficios a
corto plazo comenzaron a ser superados por los costos que imponía la dualidad
monetaria en la medida en que esta se extendió en el tiempo.
II
Al implantarse la dualidad
monetaria en Cuba se creó una segmentación de los mercados internos. En uno se
operaría en pesos cubanos (CUP) tanto en la esfera empresarial como en la de la
población, mientras que en el otro se operaría en USD primero y a partir de
2004 en pesos cubanos convertibles (CUC).
A su vez, el segmento que
operaría en divisas tendría un tratamiento diferente en la política monetaria,
ya que para las operaciones entre personas jurídicas se mantendría una tasa de
cambio de un CUP igual a un dólar o CUC, mientras que entre las personas
naturales la tasa de cambio se movería a través de CADECA, de acuerdo con el
mercado interno, mediante una cotización que comenzó en 35 CUP por USD en 1995
hasta llegar a 25 CUP por CUC en la actualidad.
El costo de estas decisiones
en las relaciones entre personas jurídicas -descontados los ya mencionados
efectos potencialmente positivos de la dualidad monetaria a corto plazo- repercutiría
en la dificultad para medir los hechos económicos en dos monedas que se
vinculaban entre sí a una tasa de cambio que sobrevaluaba el peso cubano frente
al dólar.
En este sentido, al integrar
en los balances contables de las empresas las dos monedas se distorsionaba su
verdadera situación, dándose el caso de producciones con un alto nivel de
componentes importados que aparecían como rentables al minimizar el costo
externo contabilizándolas en CUP y, a la inversa, producciones exportables que
se mostraban no rentables al minimizar el ingreso externo al contabilizarse en
esa moneda. Al propio tiempo, la tasa de cambio oficial tendía a estimular las
importaciones y desestimular las exportaciones, agravando el déficit comercial.
De otro lado, en las relaciones
con la población la tasa de cambio de CADECA reflejaba un peso muy devaluado
frente al dólar o CUC, al regirse la tasa de cambio por la relación entre la
oferta y demanda en el mercado interno. En este sentido, un exceso de liquidez
monetaria en pesos cubanos ejercía una presión al alza en la tasa de cambio,
encareciendo la moneda convertible.
Esta situación ha permanecido
hasta la actualidad, si tomamos en cuenta que la liquidez en manos de la
población en 2012 representó alrededor del 42% del PIB, lo que refleja una
presión inflacionaria latente. (1)
En las actuales
circunstancias, el proceso de reunificación monetaria supone el ajuste de las
dos tasas de cambio existentes. Por un lado, será necesario primero devaluar la
tasa de cambio oficial que hoy rige las operaciones de las personas jurídicas
y, posteriormente, lograr su convergencia con la de CADECA, por lo que todo el
ajuste tomará un tiempo que se extenderá posiblemente a tres años o más.
La velocidad y el modo en que
se emprenda la devaluación de la tasa de cambio oficial son de gran
importancia. En una sociedad socialista no es posible una devaluación súbita
con los efectos negativos típicos de las políticas neoliberales.
La gradualidad anunciada en
la reunificación monetaria debe garantizar la mayor estabilidad económica y
seguridad posible para todos los miembros de la sociedad, (2) por lo que cabe esperar la
introducción paulatina de tasas de cambio diferenciales por sectores, lo cual
conlleva un complejo proceso de creación de reservas financieras, acompañado de
transformaciones jurídicas, contables y estadísticas para llevarla a cabo.
Ya se han ensayado desde 2011
tasas de cambio que han llegado a 10 CUP por CUC en las ventas de productos
agrícolas al turismo. En la agroindustria azucarera se utiliza un sistema
múltiple de tasas de cambio, y las entidades comprendidas en el experimento
empresarial en curso están trabajando con tasas de 10 CUP por CUC.
El impacto de este curso de
acción será lógicamente diferente según el tipo de actividad económica de que
se trate.
Aquellas empresas que una vez
devaluado el CUP muestren resultados negativos, deberán ser sometidas a un
análisis para determinar si el Estado asume mediante la política fiscal y
crediticia la compensación de esos resultados a corto plazo, con el fin de dar
tiempo a su adaptación a las nuevas condiciones.
Otras entidades exportadoras
y aquellas capaces de sustituir importaciones deberán lograr una mejoría
relativa de su competitividad a corto plazo.
En todo caso, la eliminación
de la dualidad monetaria para las personas jurídicas tendrá un cierto costo a
corto plazo y beneficios que se evidenciarán en el mediano plazo.
En cuanto a la población, las
expectativas de las personas naturales con la eliminación de la dualidad
monetaria tienden a ser superiores a lo que realmente puede esperarse que
suceda, ya que para la mayoría de los ciudadanos ella se asocia a una desigual
distribución de ingresos y al encarecimiento del costo de la vida, y se
considera que su simple supresión eliminaría estos negativos efectos.
Es cierto que al aprobarse en
1993 la recepción de remesas por una parte de la población -que según se ha
calculado no rebasa el 25% del total- aumentó la desigualdad en la distribución
de ingresos.
Igualmente, al introducirse
un fuerte impuesto sobre la venta de las mercancías y servicios en divisas como
parte de la política estatal para redistribuir socialmente una parte de esos
ingresos en un segmento de la población, los precios resultaron muy elevados
para el ingreso medio del país.
No obstante, estos nocivos
efectos eran inevitables ante la urgencia de divisas para la sobrevivencia de
la nación en los años más duros del Período Especial. Fue una decisión
dolorosa, pero el gobierno cubano no tenía alternativas. De ahí que se
concibiera la dualidad como una política transitoria a superar en la medida en
que se recuperara la economía.
Sin embargo, producto de las
deformaciones económicas existentes, la crisis del Período Especial y la
presión acrecentada del bloqueo norteamericano, junto a una crisis económica
internacional que se hizo recurrente a partir de la siguiente década y a los
errores en la política económica del país, la dualidad monetaria se extendió durante
20 años.
Hoy es posible comenzar a
revertir la situación.
En la presente coyuntura y a
partir de la profunda transformación en la política económica que se lleva a
cabo -y sólo partiendo de ella como premisa- es factible emprender un proceso
gradual que permita alinear el valor real del peso cubano con el nivel de
desarrollo alcanzado por el país, haciéndole comparable con la economía
internacional.
Todo ello deberá contar con
un programa que permita enfrentar los diferentes obstáculos que se presentarán
en el camino para alcanzar los mejores resultados posibles.
De este modo, la decisión
adoptada para iniciar el camino que permita corregir las deformaciones producto
de la dualidad monetaria es indispensable para avanzar en la actualización del
modelo económico cubano, ya que permitirá medir con mayor precisión los hechos
económicos y creará las condiciones para reordenar la economía cubana
-incluyendo precios y salarios- al emitir las señales adecuadas para la toma de
decisiones.
Es necesaria una correcta
comprensión de este proceso, ya que la reunificación monetaria en sí misma es
posiblemente el proceso más complejo en la actualización del modelo económico
cubano y requiere de un alto nivel de organización, previsión y flexibilidad
para alcanzar sus objetivos.
No debe perderse de vista
que, como tal, la reunificación monetaria no creará más que las condiciones
para mejorar la gestión económica y su medición, pero la superación de los
problemas que hoy afectan a la producción de bienes y servicios y los ingresos
de la población sólo será posible con un profundo cambio estructural en la
economía, que transite por una mayor inversión de recursos y el incremento de
la productividad del trabajo, única alternativa para disponer de mayor riqueza.
* El autor es asesor del Centro
de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM La Habana) y ex Ministro de
Economía y Planificación de la República de Cuba. Licenciado en Economía, Doctor en Ciencias Económicas, Investigador
Titular, Profesor Titular, Profesor de Mérito.
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1 - Por
la forma en que se computan los precios, esa presión no se refleja en el Índice
de Precios al Consumidor (IPC). Por otro lado, este índice no contempla los
precios en CUC.
2 - En
la nota oficial que comunicó el inicio de este proceso se señala: “…ninguna
medida que se adopte en el terreno monetario será para perjudicar a las
personas que lícitamente obtienen sus ingresos en CUC y CUP. En este sentido,
el proceso de unificación monetaria respeta los principios de que la confianza
ganada por las personas que han mantenido sus ahorros en los bancos cubanos en
CUC, otras divisas internacionales y CUP, se conserve intacta y que continuará
aplicándose la política vigente de subsidios a precios minoristas y a personas
donde sea necesario, en tanto las condiciones económicas del país lo
requieran”. (Granma, 22 de octubre de 2013).