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WASHINGTON (AP)
— Fernando Murillo es el perfecto ejemplo del
tipo de latinoamericanos que una agencia nacional del gobierno de Estados
Unidos envió a Cuba a trabajar de incógnito. Tenía muy poco entrenamiento para
sortear los peligros que implican trabajar en operaciones encubiertas o cómo
evadir a uno de los servicios de contra-inteligencia más sofisticados del
mundo. Su tarea consistía en reclutar a jóvenes cubanos para que hicieran
activismo en contra del gobierno comunista de la isla, cuya misión ejecutó
organizando programas que estaban disfrazados de actividades cívicas,
incluyendo un taller de prevención sanitaria. Murillo tenía instrucciones de
comunicarse cada 48 horas y lo podría hacer usando una serie de códigos de
seguridad acordados. “Tengo dolor de cabeza”, por ejemplo, significaba que este
costarricense creía que los cubanos estaban observando sus pasos y que la
misión encomendada debía suspenderse.
Al menos en los últimos dos
años, la agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USIAD),
mejor conocida por manejar el envío de miles de millones de dólares en ayuda
humanitaria estadounidense a países necesitados, envió a una docena de jóvenes
inexpertos de Venezuela, Costa Rica y Perú para fortalecer a la oposición
política cubana. Para USAID el peligro era evidente, pero ni hablar para estos
latinoamericanos: uno de los contratistas en la nómina de la agencia, el
estadounidense Alan Gross, acababa de ser encarcelado en una prisión cubana.
Todavía se encuentra allí.
USAID contrató a la firma
Creative Associates International, una compañía basada en Washington, para
provocar disenso entre los cubanos como parte de un programa cívico en un
esfuerzo de Estados Unidos en contra del gobierno comunista de Cuba. La misma
empresa fue fundamental para la creación de una especie de “Twitter cubano”,
una red de mensajes de texto llamada ZunZuneo que fue descubierta al público
por The Associated Press en abril, y que estaba diseñada para que estuviera al
alcance de cientos de miles de cubanos.
De acuerdo con documentos
internos obtenidos por la AP y entrevistas realizadas en seis países distintos,
los jóvenes viajeros de USAID se hicieron pasar por turistas cuando estaban en
los campus universitarios cubanos y, en un caso, utilizaron como fachada un
evento que podría socavar la credibilidad de USAID en sus importantes esfuerzos
por prevenir enfermedades contagiosas en el mundo: montaron un taller de
prevención del VIH que, según ellos, era “la excusa perfecta” para reclutar
para su causa a activistas políticos, de acuerdo con un reporte hecho por el
grupo de Murillo. Por asumir todos esos riesgos, algunos jóvenes viajeros les
pagaron muy poco, cinco dólares la hora.
El programa de jóvenes
viajeros empezó a operar cuando la recién instalada administración de Barack
Obama estaba hablando de un “nuevo comienzo” con Cuba, después de décadas de
desconfianza, lo que plantea interrogantes sobre si el gobierno estadounidense
tiene una política coherente con la nación caribeña.
A la fecha, no hay evidencia
de que este programa efectivamente hubiera creado un movimiento político en
contra del actual gobierno del presidente Raúl Castro. La empresa Creative
Associates declinó hacer comentarios al respecto y refirió cualquier pregunta a
USAID.
USAID no quiso decir cuánto
costó el programa de jóvenes viajeros, establecido en Costa Rica. En respuesta
a las preguntas de la AP, la entidad sólo emitió un comunicado que dice: “USAID
y el gobierno de Obama se han comprometido a apoyar el deseo del pueblo cubano
de que determinen libremente su propio futuro. USAID trabaja con grupos de
jóvenes independientes en Cuba en proyectos de servicio comunitario, de salud
pública, de artes y en otros temas que involucran al público, de conformidad
con nuestros programas de fomento de la democracia en todo el mundo”.
Pero la investigación de la
AP reveló que la ejecución del programa coqueteó con el fracaso de manera
constante: las autoridades cubanas pusieron en duda la fuente de financiación
del proyecto de los viajeros y los jóvenes trabajadores estuvieron a punto de
arruinar su peligrosa misión de “identificar a actores sociales que pudieran
impulsar un cambio social en la isla”. Los inexpertos muchachos tampoco tenían
una red de seguridad que los respaldara cuando estuvieran realizando
actividades que son explícitamente ilegales en Cuba.” A pesar de que nunca hay
certeza total, confíe en que las autoridades no intentan hacerle daño físico,
sino asustarlo (a)”, decía un memorando dirigido a los jóvenes que obtuvo la
AP. “Recuerde que el gobierno cubano prefiere evitar malos reportajes de prensa
en el exterior por lo que un extranjero golpeado no les conviene”.
Después de que Gross fuera
arrestado, USAID le comunicó a sus contratistas, en privado, que debían
considerar suspender los viajes que tuvieran previstos hacer a Cuba, de acuerdo
con mensajes de correo electrónico obtenidos por la AP.”Valoramos su
seguridad”, dijo un alto funcionario de USAID en un correo electrónico días
después de que Gross fuera arrestado. “La directriz se aplica a TODOS los
viajeros a la isla, no sólo a los ciudadanos estadounidenses”, dijo otro
funcionario. Y sin embargo, cuatro meses después, en abril de 2010, Murillo fue
enviado a La Habana.
“ES SIMPLEMENTE EQUIVOCADO”
Murillo, que entonces tenía
29 años, era el carismático jefe de una organización de derechos humanos en
Costa Rica llamada Fundación Operación Gaya Internacional. Fue contratado por
Creative Associates con la misión de convertir a los apáticos jóvenes cubanos
en actores políticos efectivos. Se dirigió a Santa Clara, una ciudad ubicada a
tres horas de La Habana, donde Murillo se conectó con un grupo cultural que se
hacía llamar “Revolución”, una modesta agrupación de artistas que se dedicaban
a la música electrónica y la producción de vídeo. Murillo no llevaba mucho
tiempo en el lugar cuando Carlos Pozo, un policía de seguridad estatal cubana,
se dio cuenta de su presencia; un hecho que Murillo reportó a Creative
Associates, según documentos. Si la idea era llevar a cabo una serie de
seminarios para reclutar a nuevos “voluntarios”, Murillo necesitaba una
temática que fuera atractiva tanto a potenciales miembros y que fuera aprobada
por el estado cubano. Eso era: un taller de prevención del VIH podría servir.
Meses más tarde, en noviembre
de 2010, el taller atrajo a 60 jóvenes. El agente Pozo también participó lo que
prueba, dijo Murillo entonces, que la fachada del taller estaba funcionando. El
taller supuestamente iba a ofrecer clases de educación sexual a sus asistentes
para que supieran como prevenir el contagio del VIH. Por ejemplo, se les iba a
enseñar cómo usar apropiadamente un condón. “Los cubanos expresaron su deseo
por informarse y recibir un taller sobre la prevención del VIH y el taller
ayudó a satisfacer esas necesidades”, dijo USAID en respuesta a preguntas
escritas por la AP.
Pero el motivo ulterior,
documentos demuestran, era el uso del taller como una oportunidad para reclutar
a jóvenes enseñándoles cómo organizarse a sí mismos. Esta fue la estrategia que
los jóvenes viajeros esperaban que se expandiera por toda Cuba: que los jóvenes
recién organizados abordaran a una comunidad o un problema social, lograran
solucionarlo, hacerse a una “pequeña victoria”, y finalmente darse cuenta de
que ellos eran dueños de su propio destino. Cuando fue contactado en San José,
Costa Rica, Murillo dijo que no podía hablar sobre los detalles de su incursión
a Cuba porque había firmado un acuerdo de confidencialidad que le prohíbe
divulgar cualquier información. Dijo que lo único que intentó hacer en la isla
fue enseñarle a la gente cómo usar condones correctamente.
“Yo nunca le dije a un cubano
que tenía que hacer algo contra el gobierno”, dijo Murillo. “Si era la misión
de otros, yo no lo sé… Yo nunca le dije a un cubano lo que tenía que hacer”.
Sin embargo, en el informe de seis páginas que Murillo envío a Creative
Associates sólo mencionó una vez el taller de prevención del VIH para resaltar
que se trataba de la “excusa perfecta en el tratamiento del tema de fondo”. En
otro aparte del reporte, Murillo revela otro de los objetivos del programa: “la
generación de una red de voluntarios para la transformación social”.
Manuel Barbosa, uno de los
fundadores del grupo de artistas Revolución, dijo en reciente entrevista en
Santa Clara que los costarricenses nunca le dijeron que ellos estuvieran
trabajando para USAID. Dijo también que no tenía inclinación alguna en contra
del gobierno cubano y que, de hecho, su abuelo era un “mártir de la revolución
(cubana)”.
Montar como fachada un taller
de prevención de esa enfermedad para propiciar una especie de subversión en
contra de un gobierno extranjero arroja sospechas sobre la misión que pregona
USAID en materia de prevención de enfermedades, incluyendo el programa de VIH,
que tiene un presupuesto anual de 3.000 millones de dólares y que la agencia
dice que ha ayudado a unas 50 millones de personas en casi cien países del
mundo. Recientemente, la CIA dejó de usar programas de vacunación de personas
para reunir información de inteligencia, como el que montó en Pakistán y que
tenía como objetivo dar con Osama bin Laden. Una evaluación del proyecto
preparada por Creative Associates para USAID dijo que talleres habían sido un
“éxito”. El informe final del grupo señaló que los talleres que se adelantaron
se usarán como un modelo a aplicar en toda la isla.
“Estos programas de USAID
están en la imperiosa necesidad de que sean supervisados por un adulto”, dijo
el senador Jeff Flake, viejo crítico de los programas que adelanta esa agencia
en Cuba. “Si usted está usando un taller de prevención de SIDA como un fachada
para hacer otra cosa, eso es… No sé qué decir… es simplemente equivocado”.
“PROPICIAR UNA REBELIÓN”
Mientras Murillo y otros
viajeros costarricenses se centraron en montar el taller de prevención de VIH y
otros programas, los jóvenes viajeros venezolanos y peruanos fueron enviados a
las universidades de Cuba. Su misión, según documentos y entrevistas, era
reclutar a estudiantes con el objetivo a largo plazo de que se volvieran en contra
de su gobierno. A finales de 2009, Creative Associates contrató a la abogada
venezolana Zaimar Castillo, que entonces tenía 22 años, y que dirigía una
organización llamada Renova. Castillo declinó hacer cualquier comentario pero
la administradora pasada de la organización, Yajaira Andrade, dijo que ella y
otras fueron llevadas a San José, Costa Rica, para recibir cursos de
entrenamiento. “Nos dieron una semana de cursos para decirnos qué era lo que
íbamos a hacer, y cómo lo íbamos a hacer”, dijo Andrade, que se autodenominaba
la “mamá” de las jóvenes activistas.
En ese momento, el presidente
de Venezuela era el hoy fallecido Hugo Chávez, quien era el aliado más cercano
de Castro; lo que duplicaba el riesgo para Renova al adelantar su misión.
Crearon una cuenta bancaria en Panamá, un paraíso de la banca anónima, para que
la organización recibiera su pago en dólares. “Aquí nos hicimos (simulamos) que
el gobierno no sabía que estábamos viajando para Cuba y que estábamos
trabajando con los grupos”, dijo Andrade. “Porque en este momento estaba
Chávez, y si él se había dado cuenta que nosotros – unos venezolanos estaban
haciendo un trabajo de rebelión – nos habíamos metido preso (sic)”.
El 24 de abril, tres
trabajadores de Renova aterrizaron en La Habana para una visita prevista para
un mes. La historia que les iba a servir de “fachada”, según un documento
interno, era que viajaban a la isla a visitar a amigos que tenían en Cuba. “Es
fundamental que ellas no se obsesionen”, dijo en tono de advertencia un gerente
de Creative Associates en una conversación en Skype. “De lo contrario, en el
terreno se van a paralizar… o se van a traicionar entre ellas… y ambas cosas
serían fatales”.
Los venezolanos visitaron las
residencias estudiantiles en el recinto de una universidad en Santa Clara y
viajaron los fines de semana a conocer a las familias de los estudiantes. Otro
grupo de jóvenes peruanos, independiente de éste, fue enviado a otra
universidad en dicha ciudad. En una bitácora de viaje que se lee como un
informe de inteligencia, los venezolanos describieron a los alumnos y las
instalaciones del campus con mucho detalle y tomaron nota de sus quejas y
presuntos problemas de equidad que podrían ser utilizados. Los estudiantes que
podrían reclutarse fueron listados por nombre, luego se les elaboró un perfil y
sus cualidades como líderes se evaluaron en una hoja de Excel.
Luego, el reporte pasó a
describir la cultura política de la universidad, enumeró el rol de la Juventud
Comunista, que buscaba a los mejores y más brillantes estudiantes para
nombrarlos en cargos en el Partido Comunista después de graduados. Las quejas
de los alumnos también fueron detalladas: mala comida, servicio de agua y
electricidad intermitentes, goteras en los techos. Los estudiantes temían al
estado, de acuerdo con la bitácora, no estaban satisfechos con su realidad
económica, pero igualmente eran políticamente apáticos. El hecho de que los
estudiantes constantemente criticaran al régimen, dice uno de los informes,
“nos asegura tener beneficiarios con la mente clara en cuanto a los objetivos
que perseguimos”.
Después de visitar dos
universidades en dos ciudades, los consultores venezolanos identificaron a un
“grupo-meta (grupo objetivo)” que estaría en oposición al gobierno y que tenía
habilidades organizativas, pues adelantaron actividades como un campamento y un
“festival universitario”, según muestran documentos. “Ellos estaban haciendo su
grupo, y había un grupo de 30 personas, hubo un grupo de científicos jóvenes,
de universidad, para dar la rebelión contra el gobierno”, dijo Yahaira Andrade,
la administradora de Renova. No hay evidencia de si los objetivos políticos se
realizaron. De hecho, los estudiantes cubanos contactados dijeron en
entrevistas realizadas recientemente por la AP que se sorprendieron al
descubrir que sus amigos extranjeros estaban actuando en representación del
gobierno de Estados Unidos. “Eran nuestros amigos”, dijo el cubano Héctor
Baranda, quien encabezaba la lista de los posibles rebeldes que habían hecho
los venezolanos.
Baranda cree que el grupo de
venezolanos confundió el quejarse del estado de las cosas, actitud del pueblo
cubano, con el asumir tendencias disidentes. Las autoridades cubanas tienen
poca tolerancia con una oposición contra-revolucionaria, pero las cartas al
editor del periódico del Partido Comunista, Granma, están abarrotadas de quejas
por baches en la calles sin rellenar, por basura sin recolectar y por la
impenetrable burocracia cubana. “El cubano siempre dice `ahhh’ siendo grandes o
pequeños (los problemas)”, dijo Baranda.
LOS CUBANOS SE DAN CUENTA
Cuba considera subversivas
todas las actividades de promoción de la democracia por parte de USAID y las
castiga hasta con diez años de prisión. Para los viajeros era una actividad
peligrosa. Con el tiempo, Creative Associates ajustó su estrategia de
seguridad: abandonó el uso de discos portátiles de memoria cifrados con la
palabra obviamente reveladoras como “Ironkey”, que constituía casi una
confesión para los agentes de seguridad del aeropuerto. Se alentó a los
viajeros a archivar en sus computadoras portátiles fotos e información personal
para ocultar el material de la misión. En caso de un arresto, el nombre de
Creative Associates no se mencionaría, decía un reporte, y los jóvenes viajeros
debían contactar a la embajada de su país en Cuba.
Si los interrogaban, Creative
Associates aconsejó a los viajeros que se mantuvieran relajados. Debían
recordar que “nada de lo que usted ha hecho durante su viaje es ilegal, de
ninguna manera, en ninguna sociedad democrática y abierta. De esa manera,
logrará mantener una apariencia calmada durante el interrogatorio”. Pero a
pesar de esfuerzos por ocultar sus intenciones, hacía finales del 2010 había
señales de que las autoridades cubanas estaban dándose cuenta de lo que ocurría.
Un oficial de seguridad le
preguntó a Murillo, el costarricense, sobre el origen del financiamiento del
proyecto. Creative Associates concluyó que el interrogatorio “no deja duda
sobre el interés que generaron en la policía estatal”. Peor aún, un informe de
seguridad de diciembre sugirió que las autoridades cubanas se habían dado
cuenta que Estados Unidos estaba usando a jóvenes en vez de miembros conocidos
de la oposición, que ya son mayores.
Cuando un cubano le preguntó
a uno de los viajeros por qué estaba interesado en su país, el joven le
respondió que su organización trabajaba en muchos países. “Por supuesto, esto
no es exacto”, indicó un informe. Si las autoridades cubanas hubieran
verificado los hechos, habrían conocido que era una mentira. El tres de
septiembre de 2010, Irving Pérez, un gerente de Creative Associates, convocó a
una reunión por Skype para anunciar un cambio de estrategia. “Nuestro programa
no va a impulsar más viajes a la isla, o al menos no como columna vertebral de
la operación”, dijo Pérez a los viajeros en la charla por Skype. Varias de las
asignaciones de dinero se eliminarían, entre ellas la de los venezolanos.
En vez de viajar a Cuba,
ellos tratarían de ayudar a ciertos “contactos estrella” cubanos a que
recibieran una visa de salida y a capacitarlos en otro país. Los
“beneficiarios” cubanos que quedaban en la isla recibirían pagos en efectivo
para financiar las actividades de reclutamiento. Subcontratistas de Creative
Associates llevarían el dinero a la isla usando “mulas”, término adoptado del
narcotráfico. Ellos “tratarían de manejar el proyecto a control remoto”,
explicó Pérez. Pero esa estrategia tenía sus peligros.
UN ATAQUE AL CORAZÓN
Durante un mes, Pérez le
había estado pidiendo un informe a un par de estudiantes universitarios
cubanos, pues estaba ansioso por presentar sus informes a USAID. Los alumnos
estaban usando el sistema de correo electrónico cifrado Hushmail, lo que pudo
haber sido una señal de alerta para las autoridades cubanas, que vigilan las
comunicaciones en internet. “Tenemos razones para creer que han estado bajo
fuertes presiones de las autoridades universitarias”, dice un informe de
Creative Associates. “No se recomienda en este momento que se trate de
contactarlos nuevamente”.
La asignación de fondos a los
costarricenses se acabó con el tercer viaje de Murillo a la isla en junio de
2011. Creative Associates quería que Murillo entregara dinero, compilara
reportes y ayudara a solicitar las visas de salida de los cubanos. A los jefes
del proyecto en San José les preocupaba que Murillo fuera indiscreto. “¿Por qué
no usan Hushmail?”, se lamentó uno. Para entregar el dinero, los contratistas
discutieron la posibilidad de enviarlo con familiares de Murillo. Uno de los
gerentes del proyecto en San José escribió: “hay que recordar que la `mula’ no
sabe exactamente para qué es ese dinero ni de dónde proviene”.
Al final, la “mula” era un
amigo de infancia de Murillo, quien contó su experiencia a la AP en una
entrevista con la condición de no ser identificado. El amigo, quien vive en San
José, dijo que su asociación con la agenda política de USAID en Cuba podía
poner en peligro su empleo. Explicó que su capacitación de seguridad la hizo
por Skype y demoró media hora. “Se me aclara que tengo que tener cuidado porque
el dinero que llevamos es gringo”, dijo.
Después de llegar a La
Habana, Murillo y su amigo viajaron a Santa Clara a reunirse con el grupo
artístico “Revolución”. Uno de los integrantes, no Barbosa, les dijo que le
entregaran el dinero que llevaban.”Nos amenazó directamente con que si no le
dábamos el dinero iba a las autoridades a denunciarnos”. Murillo declinó
comentar al respecto. Preocupados, los viajeros se apresuraron a regresar
a La Habana, e invocando uno de los códigos de seguridad desde un hotel, abandonaron
el proyecto. El amigo estaba aterrorizado.”Si me llegan a detener, o sólo
interrogar, me hubiera muerto de un ataque al corazón del susto”, dijo.
El corresponsal de The
Associated Press Alberto Arce reportó desde San José, Costa Rica, Andrea Rodríguez
desde Santa Clara, Cuba. Contribuyeron a este reportaje Hannah Dreier en
Caracas, Venezuela; Peter Orsi en La Habana; Frank Bajak en Lima, Perú; Raphael
Satter en Dublín, Irlanda, y Monika Mathur en Washington.
(Tomado de Associated Press)