Jorge Gómez Barata
Aunque
no se conocen detalles, el presidente chino Xi Jinping parece haber abierto el
juego al proponer a los beligerantes una moratoria. Según la fórmula, Corea del
Norte se abstendría de nuevos ensayos nucleares, y los Estados Unidos de
efectuar maniobras aeronavales solos o en conjunto con otros países en la
región. Parece viable.
En
1968 ciento noventa países, entre ellos la República Popular Democrática de
Corea* e Irán, suscribieron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares,
mediante el cual los firmantes renunciaron a fabricarlas o poseerlas. El
compromiso exceptuó a cinco países que disponían de ellas o las habían probado
antes de esa fecha. Se trata de Estados Unidos, Rusia, Francia, Inglaterra y la
República Popular China. La India, Pakistán, e Israel, no firmaron el pacto.
En
el caso de Irán, a partir de 2005 se generó un debate en torno al tema nuclear
que se ha prologado por doce años, cuyo eje no es la fabricación o pruebas de
armas atómicas, en lo cual el estado persa no ha incurrido, sino una discusión
creada a partir del desarrollo y adquisición de tecnología para el
enriquecimiento del uranio extraído de sus minas.
Aunque
en todos los foros Irán negó que tuviera la intención de producir bombas
atómicas, nunca renunció a los derechos que le concede el propio Tratado de No
Proliferación de enriquecer uranio para usarlo con fines pacíficos.
El
problema surgió cuando Estados Unidos, las potencias occidentales, Israel y la
ONU sospecharon que la adquisición y operación de tecnologías para el
enriquecimiento de uranio y reactores capaces de producir plutonio por parte de
Irán, superaban las necesidades del uso pacífico, por lo cual presumían que, en
secreto, estaba creando condiciones para fabricar la bomba atómica.
La
cuestión se resolvió cuando Irán aceptó limitar el rango del enriquecimiento de
uranio, y accedió al control del plutonio producido en sus reactores. La
fiscalización del cumplimiento de lo acordado se facilita porque, en su calidad
de firmante del TNPN, Irán admite la observación de la Organización para el
Control de la Energía Nuclear.
El
caso de Corea del Norte es diferente, debido al clima de confrontación derivado
de la división del país, las rémoras de la Guerra de Corea, la presencia de
tropas y efectivos aeronavales de Estados Unidos en Corea del Sur, y de armas
nucleares en bases de Japón y a bordo de los buques de la Séptima Flota; así
como las constantes maniobras militares; se ha creado una situación de
confrontación militar que amenaza con un conflicto nuclear.
Si
bien Corea del Norte no está obligada por un Tratado, que originalmente
suscribió y del cual se separó en 2003, su insistencia en realizar pruebas
nucleares, de las cuales ha efectuado cinco, cantidad que, según ciertos
expertos son suficientes para poner a punto las exigencias para su producción,
crea tensiones enormes.
El
otro elemento problemático es la presencia de Estados Unidos con su apabullante
superioridad nuclear y aeronaval, sus enormes fuerzas convencionales en Corea
del Sur, en Japón, y en sus propias bases de Hawai, así como en las de sus
aliados geográficamente cercanos como Australia, Taiwán y otros.
De
ahí la trascendencia de la propuesta del mandatario chino para que Corea
congele su programa nuclear, mientras Estados Unidos suspende las maniobras
propias y conjuntas en la región. La idea de Xi Jinping parece viable porque
permitiría poner pausa a la crisis, alejar los dedos de los gatillos, y ofrecer
un chance a la paz. La moratoria no es la paz, aunque puede ser un camino hacia
ella. Allá nos vemos.
La
Habana, 28 de abril de 2017
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*En
2003 Corea del Norte abandonó el Tratado de No Proliferación Nuclear.
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*Este
artículo fue escrito para el diario mexicano ¡Por Esto! Al reproducirlo o
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