Una aproximación desde
la historia...
ELIER RAMÍREZ CAÑEDO
CUBAHORA
- 29/05/2017
El principal
obstáculo que siempre ha enfrentado el centrismo es que jamás ha logrado anclar
sus ideas en el pueblo. (Fernando
Medina Fernández / Cubahora)
Desde ya hace algún tiempo se ha estado moviendo, esencialmente en
medios digitales, la idea de un “centrismo político” en la Cuba de
hoy, como parte de una de las estrategias de Estados Unidos por subvertir el
modelo socialista cubano, ante los rotundos fracasos y el desprestigio de la
llamada “contrarrevolución cubana”. (i) Uno de los cables revelados
por Wikileaks en el 2010, mostró como Jonathan Farrar, en ese momento
Jefe de la Sección de Intereses de Washington en La Habana informó al
Departamento de Estado el 15 de abril de 2009, como esa “oposición” realmente
estaba desconectada de la realidad cubana, no tenía ningún poder de influencia
en los jóvenes, y estaba más preocupada en el dinero que en llevar sus
plataformas a sectores más amplios de la sociedad. (ii)
El centrismo político en su origen es un concepto de raíz geométrica: el
punto equidistante de todos los extremos. Supuestamente sería una posición
política que se colocaría entre la izquierda y la derecha, entre el socialismo
y el capitalismo, una tercera vía que hace “conciliar las mejores ideas” de los
extremos que le dan vida y donde se postula la moderación frente a cualquier
tipo de radicalismo. Lenin calificó esta postura de “utopismo traicionero
producto del reformismo burgués”. Y es que ciertamente las denominadas
terceras vías, o centrismos, nunca han sido una opción revolucionaria, sino
estrategias para instaurar, salvar, recomponer, modernizar o restaurar el
capitalismo.
Cuando se pondera la moderación frente al radicalismo revolucionario
cubano –que es ir a la raíz, para nada asociado al extremismo que es otra cosa- (iii) ,
me es inevitable no encontrar determinadas analogías entre ese centrismo
que hoy se intenta articular en Cuba, con el autonomismo decimonónico.
El autonomismo como corriente política surge desde la primera
mitad del siglo XIX, pero se conforma como partido político a partir de 1878,
como uno de los frutos que produjo la revolución del 68. (iv)
Fue una corriente que compartió tiempo histórico con el independentismo, el
integrismo y el anexionismo. Era la corriente por excelencia de la moderación,
de la evolución, enemiga de los radicales independentistas cubanos. Asumían una
posición también “equidistante”, entre el integrismo –la defensa del status
quo- y la independencia, pero en momentos de definición, cerraban filas junto
al integrismo para frenar y atacar la revolución, la cual consideraban el peor
de los males. Algunas figuras célebres del autonomismo terminaron compartiendo
las ideas anexionistas al producirse la intervención-ocupación
estadounidense en Cuba. Sus principales líderes brillaron por sus dotes
intelectuales, eran grandes oradores, pero con un pensamiento de élite,
esencialmente burgués, de ahí que jamás pudieron arrastrar detrás de sí a las
masas cubanas. El pueblo cubano en ese momento lo menos que necesitaba era
ideas de laboratorio, de ahí que cuando se produjo la nueva arrancada
independentista de 1895, el partido autonomista quedara totalmente descolocado
ante la nueva realidad nacional. El autonomismo defendió un nacionalismo
moderado y excluyente de las grandes mayorías, cuyas aspiraciones fundamentales
no estaban en romper el vínculo con “la madre patria española”, sino en
modernizar su dominación en la Isla, no en el balde la vanguardia patriótica cubana,
encabezada por José Martí, combatió tanto sus ideas. El 31 de enero de 1893, en
uno de sus extraordinarios discursos, Martí expresó: “…dábase el caso
singular de que los que proclamaban el dogma político de la evolución eran
meros retrógrados, que mantenían para un pueblo formado en la revolución las
soluciones imaginadas antes de ella…”. (v)
Sin embargo, la idea de apoyar en Cuba una tercera fuerza –moderada, de
centro o tercera vía- adquirió mayor fuerza en la política exterior de Estados
Unidos a finales de los años 50, con el objetivo de evitar que el Movimiento 26
de Julio llegara al poder, algo que se convirtió en una obsesión para la
administración Eisenhower en los últimos meses del año 1958. Esta tendencia
debía estar en una posición equidistante entre Batista y Fidel Castro y se
estimuló su desarrollo tanto en el plano militar como el político. La
estación local de la CIA en La Habana fue la primera en manejar esta idea y
luego sería su principal ejecutora. Así lo confirma el oficial David Atlee
Philips en su libro autobiográfico The Night Watch, cuando señala que
James Noel -a la sazón jefe de la estación local de la CIA en la capital
habanera- le había informado en una de sus pocas frecuentes reuniones, sobre su
recomendación al gobierno de los Estados Unidos de patrocinar discretamente la
acción de una tercera fuerza política en Cuba, “un grupo entre Castro a la
izquierda y Batista a la derecha (…)”. (vi)
En febrero de 1958 se había incorporado al II Frente Nacional del
Escambray que dirigía Eloy Gutiérrez Menoyo, el agente de los servicios
secretos estadounidenses, William Morgan, que tenía la misión de convertirse en
el segundo jefe de aquella guerrilla, algo que logró en poco tiempo al igual
que sus grados de Comandante. Morgan no sería el único agente que infiltró
Estados Unidos en esa zona con la intención de estimular una tercera fuerza
guerrillera que pudiera enfrentarse e imponerse en determinado momento a las
fuerzas de la Sierra Maestra lideradas por Fidel Castro. (vii)
Estados Unidos también se involucró en otros complots donde se manejaron
diversos nombres de figuras que podían integrar una opción política que
arrebatara de las manos a Fidel Castro el triunfo revolucionario, entre ellas:
el coronel Ramón Barquín, Justo Carrillo, jefe de la Agrupación Montecristi, y
Manuel Antonio, Tony, de Varona. Todavía el 23 de diciembre de 1958, en una
reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Eisenhower expresaba su esperanza en
el crecimiento, fortaleza e influencia de una “tercera fuerza”. (viii)
La creación de una “tercera fuerza” no solo era promovida por los
Estados Unidos, sino también por algunos políticos que la propugnaban a lo
interno. “La Tercera Fuerza –señala Jorge Ibarra Guitart- fue un
movimiento de instituciones cívicas privadas que representando el sentir de
sectores importantes de la burguesía y la pequeña burguesía promovió gestiones
de paz y conciliación con el régimen. El impulsor, bajo cuerdas, de todas las
gestiones fue José Miró Cardona, quien desde la Sociedad de Amigos de la
República ya había planeado la táctica de movilizar a las instituciones
burguesas para forzar al régimen a llegar a un acuerdo. Este era el momento de
poner en práctica dicha táctica, pues había circunstancias que la favorecían:
la burguesía, al notar que cada día más organizaciones revolucionarias ganaban
terreno, estaba alarmada por el peligro que representaba para sus intereses
políticos y económicos el desarrollo de una guerra civil con una participación
popular activa”. (ix)
Al resultar imposible para los Estados Unidos lograr evitar el triunfo
de la Revolución Cubana y la llegada al poder de las fuerzas del 26 de julio,
en los primeros meses del año 59 el objetivo fundamental de Washington
consistió en respaldar y aupar a las figuras que dentro del gobierno
revolucionario se consideraban “moderadas”, de centro, frente a los que
calificaban de “extremistas”, para a través del predominio de esta línea evitar
que la Revolución profundizara su alcance social. (x)
Cuando Fernando Martínez Heredia, señala que en Cuba existe hoy un
nacionalismo de derecha con pretensiones de centro que tiene “una acumulación
cultural a la cual referirse” (xi) , está haciendo mención a la
larga historia de ese nacionalismo que tiene en el plano de las actitudes
políticas antecedentes en el autonomismo; que durante los años de la República
Neocolonial Burguesa admitió y defendió la dominación, y que en muchas
ocasiones fue utilizado por el propio gobierno de los Estados Unidos, con el
propósito de frenar, evitar o lograr situaciones posrevolucionarias que
mantuvieran a salvo las estructuras de dominación capitalista en Cuba, bajo
mejores consensos.
Hoy vemos como ese nacionalismo de derecha que se estimula por quienes
nos adversan, bajo el ropaje engañoso de centrismo, no tiene otro objetivo que
el intento desesperado de restaurar el capitalismo en Cuba. Una vez más, será
un ensayo frustrado, pues el principal obstáculo que siempre ha enfrentado esta
corriente, es que jamás ha logrado anclar sus ideas en el pueblo. Ese pueblo
que en su mayoría ha abrazado a lo largo de la historia la tradición
independentista, patriótica, nacional-revolucionaria y antiimperialista; jamás
la del autonomismo, el anexionismo o el nacionalismo de derecha.
NOTAS
(i) Véase el texto de Esteban Morales: La
contrarrevolución cubana nunca ha existido, en: Esteban Morales y Elier
Ramírez, Aproximaciones al conflicto Cuba-Estados Unidos, Editora Política, La
Habana, 2015, pp.363-367. Morales se cuestiona en ese trabajo que pueda
considerarse cubana dicha contrarrevolución, en tanto se suicidó prácticamente
al nacer al asumir una agenda impuesta por el gobierno de los Estados Unidos.
(ii) Véase en: http://razonesdecuba.cubadebate.cu/cablegates-wikileaks/los-estados-unidos-y-el-papel-de-la-oposicion-en-cuba/
(iii) En discurso pronunciado
el 3 de septiembre de 1979, en la sesión inaugural de la Cumbre de los NOAL celebrada
en La Habana, Fidel expresó: “¿Qué se le puede impugnar a Cuba? ¿Qué es un país
socialista? Sí, somos un país socialista (APLAUSOS), pero a nadie ni dentro ni
fuera del Movimiento pretendemos imponer nuestra ideología y nuestro sistema.
¡Y no tenemos nada de qué avergonzarnos por ser socialistas! ¿Que hicimos una
revolución radical en Cuba? Sí, somos revolucionarios radicales, pero no
pretendemos imponer a nadie, y mucho menos al Movimiento de los No Alineados,
nuestro radicalismo”. Véase en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1979/esp/f030979e.html
(iv) Véase Elier Ramírez Cañedo y Carlos
Joane Rosario Grasso, El autonomismo en las horas cruciales de la Nación
Cubana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008.
(v) José Martí, Discurso en Hardman Hall, New
York, 10 de octubre de 1889, en: Discursos, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1974, p.195.
(vi) Citado por Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro
Etcheverry Vázquez, en: Una fascinante historia. La conspiración Trujillista,
Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2009, p.50
(vii) Ibídem, pp.41-42.
(viii) Francisca López Civeira, El Gobierno de
Eisenhower ante la Revolución Cubana: Un nuevo escenario, en: http://www.radiolaprimerisima.com/articulos/2527
(ix) Citado por Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro
Etcheverry Vázquez en: Ob.Cit, p.51.
(x) Mucha información al respecto puede
encontrarse en la obra de Luis M.Buch y Reinaldo Suárez, Gobierno
Revolucionario Cubano. Primeros Pasos, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 2004.
(xi) Véase en Cubadebate, 17 de marzo de 2016: http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/03/17/obama-no-pierda-la-oportunidad-de-hacer-algo-historico-podcast-video-y-fotos/#.WSmPPDfB-sx
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