Jorge Gómez Barata
Un sujeto
genuinamente informado es política y socialmente activo, y culturalmente avanzado.
Por el contrario, la desinformación desestimula el activismo político, anula
las posibilidades de participación, afecta el debate social, y empobrece la
cultura política. A eso y más conlleva el secretismo que rige la política
cubana, y que es mayor en la medida en que los asuntos son de más interés e
importancia.
Cuando la
falta de información alude no solo a asuntos de seguridad nacional, o a
procesos en los cuales cierta discreción se justifica, sino que abarca todo el
acontecer, incluso sucesos triviales; afecta también a las personas que ocupan
altas funciones y puestos decisorios.
La prensa es
el más eficaz, universal, imparcial y confiable de los mecanismos de difusión
para todas las categorías de personas.
Al llegar a sus despachos, los ministros, parlamentarios, altos jefes
militares, incluso el presidente procuran la prensa para enterarse de las
novedades que necesitan o les interesan. Cuando no las encuentran andan a
ciegas, o dependen de mecanismos, personas, u órganos que al filtrar las
noticias y comentarios que les trasmiten, están en condiciones de seleccionar e
incluso de manipular.
La
desinformación genera ignorancia y es particularmente dañina para el sector
académico. Los maestros y profesores, incluso los catedráticos universitarios
de más alto rango, no pueden enseñar lo que no conocen, ni incluir en sus
argumentos informaciones que no poseen. Así le ocurre también a los autores de
libros y textos, incluso a los periodistas que también han de enterarse.
Un brillante
y audaz periodista cubano conduce un programa llamado: “Pasaje a lo
desconocido” de eso y más se trata el periodismo, lo otro es hacer
proselitismo, rumiar conceptos, algunos de ellos desfasados y predicarle a los
conversos.
Es
especialmente inaceptable la potestad de los operadores políticos para decidir
cuales sucesos o asuntos de interés sectorial pueden o no ser conocidos. Las
personas que se dedican a la moda, la cosmetología, o la farándula, tienen
derecho a recibir y obtener información sobre esos asuntos al margen de que las
autoridades los consideren banales o intrascendentes. Lo mismo ocurre con los
ciudadanos que gustan del beisbol o el boxeo profesional y otra multitud de
asuntos.
Obviamente
el estado tiene derecho a dictar determinadas políticas informativas en las
áreas y asuntos que le conciernen, y sobre los cuales tiene jurisdicción,
también los periódicos y otros medios de difusión cuentan con prerrogativas
para establecer perfiles y políticas editoriales, aunque todo eso tiene
límites. Los hechos sociales y su difusión son “bienes sociales”, “patrimonio
público” sobre los cuales ninguna persona o institución tiene derechos de
propiedad. Los funcionarios son custodios de la información, no sus
dueños.
El éxito de
los esfuerzos por el perfeccionamiento de la sociedad cubana pasa por la
actualización y modernización de los procesos comunicacionales e informativos,
en la cual la prensa no es objeto, sino sujeto. Una prensa mejor debería
preceder al mejoramiento de las instituciones y contribuir al mismo.
Para hacer
más eficaz su trabajo, los periodistas, profesionales responsables, moralmente
solventes, preparados y especializados para ejercer la opinión, necesitan de
mayor autonomía y libertad. No se trata de la manida discusión acerca de la
libertad de prensa, ni de una libertad especial, ni el resultado de una
conquista gremial.
Los
periodistas necesitan de la misma libertad de que disponen los escritores,
poetas, pintores, escultores, diseñadores, arquitectos y otros profesionales
cuya labor es esencialmente creadora. Al respaldar con su firma, su imagen, o
su voz sus criterios, los periodistas se someten al escrutinio de millones de
personas que los distinguirán y los preferirán por su competencia profesional,
el apego a la verdad, la capacidad para comprender a sus semejantes, su
vocación de servicio y el valor para enfrentar los poderes.
Una prensa
mejor, más abierta y competente, contribuirá a reforzar los consensos sociales
y a la forja de una sociedad más culta y protagonista, reforzará el sistema
político, mejorará el funcionamiento de las instituciones y hará más feliz al
pueblo. Allá nos vemos.
La Habana,
30 de mayo de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario