Jorge Gómez
Barata
Al instalar la Comisión Redactora, la Asamblea Nacional de
Cuba ha puesto en marcha la fase pública y con participación popular de los trabajos
para la reforma constitucional. Se trata del punto de partida de un proceso
político de extraordinaria relevancia y riqueza, de matices que involucrarán a
las instituciones del estado y sociales, la sociedad civil y la población en
general. Según afirmó Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista, se
trata de una tarea “…Intensa por su contenido y gigantesca porque moverá a todo
el país…”
Por tratarse de un tema asociado a los elementos esenciales
de la superestructura institucional, el derecho y la actividad social en
general, la redacción de la Constitución dará lugar a reflexiones conceptuales
profundas, diversas y plurales, acompañadas por la amplia participación social
y el espíritu abierto necesario para crear el marco jurídico requerido por el
perfeccionamiento integral del sistema político y el modelo económico
socialista cubano.
Las reflexiones y los enriquecedores debates en torno a la
Constitución, tributaran a la formación de nuevos consensos y con ellos, a la
cohesión social en torno a la meta común de avanzar en la construcción de un
nuevo modelo socialista. La designación de Raúl Castro, Primer Secretario del
Partido Comunista, ponente y estratega de los cambios en la sociedad cubana,
aseguran el aliento renovador, no solo de la letra sino también del espíritu de
la nueva Constitución.
La composición de la Comisión elegida por la Asamblea
Nacional en la cual predominan los dirigentes del Partido Comunista de Cuba,
con cinco miembros del Buró Político y los líderes de la Central de
Trabajadores, los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres
Cubanas, la Federación Estudiantil Universitaria y la Asociación de
Agricultores Pequeños, sugiere el desencadenamiento de un intenso quehacer
político, orientado y conducido por ellos.
Seguramente, la participación de las estructuras
institucionales y la población en el aporte de ideas para la elaboración de los
preceptos de la nueva Constitución, conllevará intensos debates y marcará un
hito en las nuevas formas de participación social en el diseño de las
estrategias y las políticas nacionales.
Tal vez el creciente acceso de los cubanos a las redes
sociales y la masificación de las nuevas tecnologías, permita utilizar los
medios electrónicos para captar propuestas, sugerencias y aportes de los
ciudadanos cubanos desde cualquier lugar del país o del mundo. Es de esperar
que en este cometido la intelectualidad creativa, científica y académica, así
como los periodistas y juristas, entre otros profesionales, tengan una participación
relevante. Quizás la prensa nacional encuentre el modo de conceder espacios a
los contenidos de los debates y trabajos. El pensamiento avanzado, comprometido
con los destinos del país, debe hacer su aporte.
Según se ha adelantado, las labores constituyentes se
nutrirán de la tradición constitucional cubana, que en alrededor de cien años,
produjo seis textos, algunos de ellos significativos y obviamente se tendrán en
cuenta los conceptos que las luchas sociales y los avances civilizatorios han incorporado
a la cultura universal, tal es el caso de toda una generación de contenidos
asociados al género, la diversidad sexual, la racialidad, la emigración, las
cuestiones ecológicas y ambientales, la integración, la propiedad intelectual y
multitud de otros asuntos.
La democratización y la modernización de los intercambios
informativos y la transparencia en la dirección política y la gestión
gubernamental, asistidas por el impetuoso desarrollo y la popularización de
nuevas tecnologías, la difusión de las ideas, el derecho a manifestarse, así
como a pensar y opinar diferente, sin hacer causa común con estereotipos
vigentes ni concesiones al pensamiento dominante, seguramente se plasmarán en
formulaciones de vanguardia que influirán en un rediseño del estatus de la
prensa y los medios de difusión.
En el diseño del modelo socialista que se intenta alcanzar,
difícilmente puedan omitirse los esfuerzos por la democratización de la
sociedad socialista y la complementación de los poderes del estado en la
búsqueda de eficaces mecanismos de control social del poder. Seguramente los
preceptos que rigen el sistema electoral serán calibrados en búsqueda de la
mayor eficacia, como también ocurrirá respecto a la administración de justicia.
El trabajo recién comienza, no tiene fecha de terminación y
la lógica de Raúl de: “Sin prisa, pero sin pausa”, seguramente reserva los
mejores y más creativos momentos. La expectativa ha concluido, de lo que se
trata ahora es de ocupar todos los espacios, responder a las convocatorias,
participar y apoyar…Allá nos vemos.
La Habana, 06 de junio de 2018
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El presente artículo fue publicado por el diario ¡Por
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