Jorge Gómez
Barata
Corea del Norte, se ha empeñado en sorprendernos. La más
reciente movida del Líder Máximo Kim Jong-un, fue enviar a Nueva York a Kim
Yong-chol (1945), su vicepresidente, mano derecha y figura más connotada de los
servicios de seguridad y espionaje norcoreanos para encontrarse con Mike
Pompeo, ex director de la CIA y actual Secretario de Estado de los Estados
Unidos.
Kim Jong-chol, general de cuatro estrellas, miembro de Buro
Político es un profesional de la gorra a los spikes que desde funciones
modestas en la policía de la zona desmilitarizada, se abrió paso hacia los
primeros planos de la política norcoreana. De excelente desempeño social,
poliglota, elegante al vestir y desinhibido, fue guardaespaldas de Kim Jong-il
(padre del actual mandatario), actualmente es responsable de las relaciones
intercoreanas y acaba de encontrarse con Mike Pompeo, para desbrozar el camino
de sus jefes, Kim Jong-un y Donald Trump hacia Singapur.
No recuerdo que nunca antes dos pesos completos de los
servicios especiales hayan hecho público sus contactos en un tema de tanta
sensibilidad que implica a los respectivos jefes de estado. Debutando en
modestas funciones militares en la Zona de Seguridad Conjunta entre los dos
coreas, ascendió en la nomenclatura del ministerio de defensa lo cual lo llevó
a participar en frecuentes conversaciones con los militares surcoreanos y desde
allí ingresó al generalato y en 2010 entró en el Buró Político.
Paradójicamente el hoy privilegiado interlocutor de
Washington fue uno de los sancionados por Estados Unidos, entre otras cosas,
por el papel que los servicios especiales estadounidense le atribuyeron en el
tráfico de armas convencionales destinado a allegar dinero para los programas
atómico y de misiles. A ellos se sumó el involucramiento en el hundimiento de
la fragata Cheonan en 2010 donde perecieron 46 marinos surcoreanos. Antes de
viajar a Corea del Sur y Nueva York en 2016 estuvo en La Habana donde se entrevistó
con el ex presidente y actual Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba,
Raúl Castro. Asistió a los Juegos Olímpicos de Invierno, sostuvo conversaciones
oficiales con el presidente surcoreano Moon Jae-in y en la clausura del evento
se le vio divertido y atento al lado de Ivanka Trump.
Lo que hubo en Nueva York, lejos del alcance de las cámaras y
micrófonos del FBI, fue un reencuentro entre dos colegas que se conocen, entre
otras cosas por haberse reunido en las dos ocasiones en que Mike Pompeo visitó
Pyongyang. Aunque recién estrenados como diplomáticos de alto estándar, Kim
Yong-chol y Mike Pompeo, se comportaron como los gerentes del espionaje que
alguna vez fueron.
En primer lugar, llama la atención la selección de Nueva York
como sede del encuentro. La más cosmopolita de las ciudades estadounidenses
probablemente sea de las más alejadas de las triquiñuelas políticas,
habladurías frecuentes en Washington y de la mirada atenta y según afirma
Trump, predispuesta en su contra del FBI.
Para llegar a la mayor urbe norteamericana, viajando desde
Pyongyang, Kim Yong-chol utilizó un vuelo de la línea aérea nacional de China
que debe haber sobrevolado los Estados Unidos de costa a costa (3000
kilómetros). Aunque hubiera sido menos complicado encontrarse en algunas de las
magníficas ciudades de Estados Unidos ribereñas del Océano Pacifico o viajar
directamente a Washington, Mike Pompeo sacrificó comodidades para obtener
discreción y seguridad.
En Washington, presumiblemente, el encuentro se habría efectuado
en una sede oficial, mientras que al hacerlo en Nueva york se pudo poner en
práctica algo que seduce a los agentes habituados al secreto. La primera de
tres reuniones se efectuó en un apartamento privado prestado para la ocasión
por un funcionario norteamericano de Naciones Unidas, donde todo se despachó en
una comida de trabajo, con menú a base de carne americana, prolongada por hora
y media.
De Nueva York en enviado especial norcoreano siguió viaje a
Washington donde, en propia mano, también para evitar lecturas indiscretas,
entregó a Trump una misiva de Kim Jong-un que al presidente norteamericano le
pareció: “…Muy interesante y bonita…”
El resultado de los encuentros en la Gran Manzana fue
calificado por Pompeo de “Genial”. En realidad, genial es todo lo que está
ocurriendo en torno a Corea del Norte y del Sur en un inédito proceso
caracterizado por los elegantes y discretos protagonismos, no solo de Trump y
Kim, sino también el líder surcoreano, el mandatario chino Xi Jinping y ahora
del canciller Lavrov y del presidente ruso Vladimir Putin. A todo les deseo
buena suerte.
No sé por qué la trama y el montaje escenográfico me recordó
a Casablanca y a aquella magnifica expresión: “Tócala otra vez San.
Bienaventurados lo que buscan la paz.
La Habana, 02 de junio de 2018
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El presente artículo fue publicado por el diario ¡Por
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